Un hombre pretendía embarcar con su cabra rumbo a Mallorca cuando le ve el controlador de aduanas y dice:
– La cabra no pasa.
El señor se marcha y en el camino encuentra un amigo que le aconseja que pinte la cabra de negro y le ponga un bozal para hacer creer que es un perro.
El hombre lo hace y vuelve al barco.
Al entrar, el de la aduana le dice:
– ¡ Le he dicho que la cabra no pasa!
– Pero, si no es una cabra, es un perro.
Y el controlador le contesta:
– Si claro…¿y los cuernos?
– ¡En la vida privada de mi perro no se meta agente!