Un señor que tenía una gata, estaba harto de que le arañase todos los muebles de la casa y no sabía como deshacerse de ella, se fue al monte y la dejo abandonada.
Después de unos días la gata regresó.
El señor se la volvió a llevar y la tiró del otro lado del monte, y la gata volvió.
Desesperado, le preguntó a un amigo, cómo lo podía hacer para que no volviera y éste le dio algunas indicaciones:
– Cruza el monte, ve al río y crúzalo, gira a la derecha, luego a la izquierda,otra vez a la derecha, cruza el puente y deja la gata.
Después de una semana, se encuentra con el amigo, todo sucio, cansado, hambriento, desvelado y sediento, y le pregunta:
– ¿Cómo te fue?
– Qué quieres que te diga, que si no es por la gata, ¡no regreso!