Iba un viejito por el bosque cuando escuchó a sus pies una débil voz.
Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita:
– Soy una princesa hermosa, erótica y sensual, diestra en todos los placeres de la carne y el amor.. La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana,
pero si me das un beso, volveré a ser quien era y te daré todos los goces y deleites que mi voluptuoso temperamento y mi ardiente cuerpo pueden producir.
El viejito levanta la rana y se la echa en el bolsillo.
Asoma la cabeza la ranita y le pregunta muy desconcertada:
– ¿Qué? ¿No me vas a besar?
– ¡No! -Respondió el viejecito.
– A mi edad es más divertido tener una rana que habla, ¡que una maniática