Un matrimonio dormía plácidamente, cuando a las 3 de la madrugada escuchan unos golpes en la puerta.
El marido, todavía entre sueños, refunfuñó: – No me pienso levantar Y se cubrió por completo con las cobijas para tratar de volver a dormir.
Los golpes se vuelven a escuchar, sólo que con mayor insistencia. La esposa, ya desvelada, preguntó con preocupación: –
¿No vas a ver quién es?. El hombre, con tal de complacer a su mujer, saltó de la cama, bajó las escaleras y desde la puerta gritó: –
¿Quién es?. – ¡Soy yo, Ezequiel el vecino1 ¡HIC! – dijo una voz inentendible y entrecortada por el hipo, y siguió:
– Vecinooo, HIC, por favor, ¿me podría dar un empujoncito? HIC!…. – ¡No joda! ¡No me moleste! ¡Son casi las 3 de la mañana! ¡Además está lloviendo mucho!
¿Cómo es posible que despierte a la gente con sus impertinencias? Volvió a su habitación y le contó a su esposa lo ocurrido, y ella le reprocha:
– ¡Parece mentira! ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Ya se te olvidó aquella noche en la que estaba cayendo una tremenda tormenta y el coche se nos descompuso a nosotros tambien?
El vecino amablemente se ofreció para ir por los niños a casa de mi mamá.
¿Qué hubieras sentido tu si ese día el hubiera reaccionado con nosotros de la misma forma que tu lo haces ahora? –
¡Pero mi amor, está borracho…! – Eso no tiene nada que ver con que hoy te necesite, ¡Debería darte pena! El hombre comenzó a sentir remordimientos,
se puso el piloto, bajó otra vez las escaleras y fue a buscar a su vecino al jardín, como estaba muy oscuro y lloviendo, no lo podía ver, y grito:
– ¡Vecinooooooo! ¡Vecinooooo! ¿Todavía necesita el empujón?. – Sssiiii, ¡HIC!.. ¡Por favoooor! – Oiga, pero, ¿dónde está que no lo veo? –
¡Aquiiii!… ¡HIC!, ¡AQUI … HIC! ¡En la hamacaaaaaaaaaaaaaaaa!