Un joven de la ciudad fue a visitar a su tío granjero.
Durante los primeros días, el tío le mostró las cosas habituales: gallinas, vacas, cultivos, etc.
Sin embargo, después de tres días, era evidente que el sobrino se estaba aburriendo y que el tío se estaba quedando sin cosas con las que entretenerlo.
Finalmente, el tío tuvo una idea. “¿Por qué no tomas un arma, tomas a los perros y vas a disparar?”
Esto pareció animar al sobrino y, con entusiasmo, se fue, seguido de los perros.
Al cabo de unas horas, el sobrino regresó.
“¿Cómo disfrutaste eso?” preguntó el tío.
“¡Fue grandioso!” -exclamó el sobrino. “¿Tienes más perros?