Un hombre sube a un avión y se encuentra sentado junto a un pato que habla.
Una joven y guapísima azafata se acerca y les pregunta al chico y al pato si quieren algo de beber.
“Me gustaría una taza de café, por favor”, dice el chico.
“¡Y a mí me gustaría una lata de cerveza, cerdo feo!” grita el pato.
La azafata va a buscar una lata de cerveza para el pato. Pero está tan conmocionada por la mala educación del pato que se olvida del café del chico.
Cuando la azafata regresa y le da la cerveza al pato, el chico se da cuenta de que se ha olvidado el café. “Disculpe”, dice cortésmente. “Pedí una taza de café, pero parece que la has olvidado”.
“¡Sí, pedazo de m**rda!” grita el pato. “¡Y tráeme otra cerveza, estúpida maldita mula!”
La azafata se aleja, pensando en cómo el pato ahora está jurando. Una vez más recuerda la cerveza pero olvida el café.
Cuando la azafata regresa, el tipo se da cuenta de que si la mala educación y las malas palabras le han dado al pato lo que quiere, tal vez también le consiga lo que quiere.
“Escucha, maldita perra tonta”, dice. “Dos veces he pedido un café y dos veces te has olvidado de mi café. ¡Ahora tráeme mi café, vaca gorda!
La azafata pierde la paciencia. Saca al chico y al pato de sus asientos.
Luego, con una poderosa patada, abre la salida de emergencia y arroja al tipo y al pato fuera del avión.
Mientras caen, el pato le dice al chico: “Sabes, tienes una boca bastante grande para ser un tipo que no puede volar”