Dos chicos estaban realizando obras de construcción en una casa.
Uno de ellos, que estaba clavando el revestimiento, metía la mano en su bolsa de clavos,
sacaba un clavo y lo arrojaba por encima del hombro o lo clavaba en el revestimiento.
El otro tipo, pensando que valía la pena investigarlo, preguntó: “¿Por qué estás tirando esos clavos?”
El primer tipo explicó: «Si saco un clavo de mi bolsa y está apuntando hacia mí,
lo tiro porque está defectuoso. Si está apuntando hacia la casa, lo clavo en el revestimiento».
El segundo hombre estaba indignado.
Gritó: “¡Imbécil! ¡Los clavos que te apuntan no están defectuosos! ¡Son para el otro lado de la casa!”