Tres monjas pasaban cada día por una calle que las conducía desde la iglesia hasta un reformatorio.
Se dieron cuenta de que había un loro parado en la entrada de una gran casa residencial.
Cada vez que pasaban frente a aquella casa, el pájaro pronunciaba tres colores secuenciales.
Un día oyeron: “Amarillo, azul, negro”.
Una de las monjas notó que esos colores combinaban perfectamente con los colores de su ropa interior.
Ella mencionó su descubrimiento a las otras dos monjas, pero ambas se resistían a creer que eso pudiera ser posible.
Al día siguiente, todos llevaban ropa interior negra y pasaron frente a la casa, y muy precisamente el loro habló,
“Negro, negro, negro.”
Al oír esto las tres monjas quedaron asombradas.
Una de las monjas habló:
“Chicas, mañana vamos a engañar a ese pájaro”.
Dicho esto, recomendó que al día siguiente ninguno de ellos usara ropa interior debajo de sus vestimentas.
Respetando lo acordado, al día siguiente no se pusieron ropa interior y procedieron a pasar frente a la casa del loro.
Echaron un vistazo al pájaro.
Al principio, el loro parecía un poco desconcertado.
Se balanceaba hacia adelante y hacia atrás sobre el bastón en el que estaba posado.
Luego, después de un rato, el Loro habló:
“¡Recto, recto, rizado!”