Cogí un taxi y le dije al taxista que tenía prisa.
El taxista dijo que no había problema y empezó a acelerar por las calles.
Llegamos a un semáforo en amarillo y, en vez de aminorar la marcha, aceleró y atravesó el cruce a toda velocidad.
Le pregunté: “Oye, ¿deberías reducir un poco la velocidad?”.
“No te preocupes. Todos mis amigos conducen así”.
Nos encontramos con un semáforo en rojo y volvió a pasar a toda velocidad por el cruce.
Ahora estoy seriamente preocupado por mi vida: “¿Podrías conducir con más cuidado?”.
“No te preocupes. Todos mis compañeros conducen así y no nos ha pasado nada”.
Entonces llegamos a un semáforo en verde y el taxista frenó en seco.
Me picó la curiosidad: “¿Por qué paras en un semáforo en verde?”.
“Oh, tengo que tener cuidado porque uno de mis amigos podría estar conduciendo por la otra calle…
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