Un niño del vecindario buscaba formas de ganar dinero.
Llamó a la puerta de una casa, y cuando el hombre respondió, el niño preguntó:
Oiga señor, ¿tiene algún trabajo que pueda hacer?
El hombre en efecto tenía un trabajo para el niño.
Le entregó al niño una lata de pintura roja y un pincel.
“Pinta mi porche”.
El niño estaba ansioso por hacer un buen trabajo y el hombre regresó adentro.
Un par de horas después, el niño volvió a llamar a la puerta.
“Está bien, señor, ya terminé de pintar, pero debo decirle que eso no es un Porsche, es un Lamborghini”.