Marido: Cariño, he decidido inventar un nuevo juego.
Esposa: ¿Ah, sí? ¿Cómo se llama?
Marido: Se llama “¡Veamos cuánto dinero podemos gastar en una hora sin arruinarnos!”.
Esposa: pone los ojos en blanco A mí me parece una típica tarde de sábado.
Esposo: ¡Exacto! Excepto que esta vez lo convertiremos en una competición.
Esposa: Vale, me apunto. ¿Cuáles son las reglas?
El marido: Regla número uno: Cada uno tendrá su propia tarjeta de crédito. Regla número dos: No se permite hacer presupuestos. Y regla número tres: El ganador lavará los platos durante una semana.
Te toca. Pero tengo la sensación de que seré yo quien lave los platos.
[Una hora después…]
Esposo: ¡Se acabó el tiempo! ¿Cuánto te has gastado?
Esposa: Veamos… calcula… 700 dólares.
Esposo: No está mal. Pero creo que te he ganado. Me he gastado… pausa dramática… ¡701 dólares!
Esposa: ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible?
Marido: Supongo que tengo un don para gastar de más.
Esposa: Más bien una maldición. De acuerdo, tú ganas. Pero no pienses ni por un segundo que te vas a librar de fregar los platos.
Esposo: Me parece justo. Pero, ¿podemos estar de acuerdo en que este ha sido el juego de “terapia de compras” más caro al que hemos jugado?
Esposa: Sin duda. Y el más ridículo. Pero bueno, al menos nos hemos divertido, ¿no?
Esposo: Absolutamente. Ahora vayamos a casa y escondamos las tarjetas de crédito antes de arruinarnos.
De acuerdo. Y quizá la próxima vez juguemos a un juego menos arriesgado económicamente, como el Monopoly.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com
Marido: Buena idea:Buena idea. Pero conociéndonos, probablemente acabaríamos endeudados.
Esposa: Cierto. Bueno, al menos siempre nos tendremos el uno al otro… y nuestra montaña de bolsas de la compra.
Esposo:Cierto.¿Y quién necesita dinero cuando tienes amor?
Y un armario lleno de zapatos.
Amén a eso, querida. Amén a eso.