Jaimito escribe una carta en Navidad:
“Querido niño Jesús:
Este año me he portado muy pero muy bien y espero que en Navidad me dejes una bicicleta junto al arbolito.
Atentamente Jaimito”.
Al dirigirse a dejar la carta, junto al pesebre vió el rostro de la Virgen María que lo miraba fijamente. Arrepentido, rompió la carta y escribió una nueva:
“Querido niño Jesús:
Este año me he portado bien y espero que me traigas una bicicleta y la dejes junto al árbol de Navidad.
Atentamente Jaimito”.
Nuevamente se dirige al pesebre y siente la mirada de la Virgen María; duda un momento y rompe la carta, para escribir otra nueva:
“Querido niño Jesús:
Este año no me he portado muy bien, pero si me traes una bicicleta prometo que el próximo sí lo haré.
Atentamente Jaimito”.
Se dirige al pesebre y nuevamente siente que la Virgen María lo observa; se detiene y piensa un segundo; toma la carta; la rompe; toma la figura de la Virgen María; la encierra en el ropero y escribe:
“Jesús:
Tengo a tu madre. Si quieres volver a verla, déjame una bicicleta junto al árbol esta Navidad”.