Perros calientes en america
Dos inmigrantes acaban de llegar a Estados Unidos en bote y uno le dice al otro: “Escuché que la gente de este país realmente come perros”.
“Extraño”, responde su compañero, “pero si vivimos en Estados Unidos, podríamos hacer lo mismo que los estadounidenses”.
Asintiendo enfáticamente, uno de los inmigrantes señala a un vendedor de perros calientes y ambos caminan hacia el carrito.
“Dos perros, por favor”, dice ella.
El vendedor está encantado de complacerlo, envuelve ambos perritos calientes en papel de aluminio y los entrega sobre el mostrador.
Emocionados, los compañeros se apresuran a un banco y comienzan a desenvolver a sus “perros”.
Uno de ellos abre la lámina y comienza a sonrojarse. Mirándolo por un momento, se vuelve hacia su amiga y susurra con cautela, “¿Qué parte obtuviste?”