Un abuelo se encontraba rodeado de sus nietos, mientras les contaba de sus aventuras en el África:
– Una vez me encontraba en un safari, en un claro de la selva, cuando, de repente, entre los arbustos aparece un león.
Entonces, lentamente llevé mi mano al hombro derecho y me doy cuenta que no tenía mi escopeta.
En aquel momento, me toco la cadera derecha y compruebo que no tenía mi machete; veo del lado izquierdo de mi pantalón y tampoco llevaba el cuchillo… –
– ¿Y qué hiciste, abuelo? -, gritan a coro los nietos.
– Pues me di la vuelta y salí corriendo.
El león comenzó a perseguirme, pero cuando me lanzó un zarpazo se resbaló y yo seguí corriendo.
La fiera volvió a lanzarme otro zarpazo más, pero de nuevo se resbaló. Yo seguí corriendo y así varias veces el león seguía tirando zarpazos y cayéndose. –
– Abuelo, pero así cualquiera se caga -, le interrumpe un nieto.
– ¿Y con qué crees que se venía resbalando el león?