Una noche, un niño pequeño bajó las escaleras llorando.
“¿Qué ocurre?” preguntó su madre.
“¿De verdad la gente viene del polvo, como decían en la iglesia?” sollozó.
“En cierto modo lo hacen”, dijo su madre.
“¿Y cuando mueren se vuelven polvo?”
“Ellos si.”
El pequeño empezó a llorar de nuevo.
“Bueno, debajo de mi cama hay alguien que viene o sale”.