Un paciente llama al consultorio de su psiquiatra y le pregunta a la secretaria:
– Señorita, ¿está el psiquiatra?
– No señor, el doctor no está y, además señor, para su conocimiento,
le aclaro que no se dice “psiquiatra”, sino “siquiatra” porque la ‘p’ no se pronuncia.
¿Quiere dejarle algún mensaje, señor?
– Sí. Dígale que lo llamó edro érez, el aciente
al que no se le one dura la olla y or eso tiene roblemas con las utas.