Un día, los empleados decidieron gastarle una broma a su jefe.
Le cambiaron el café normal por descafeinado y vieron cómo se ponía cada vez más nervioso y paranoico a lo largo del día.
En un momento dado, convocó una reunión y exclamó:
“¡Creo que alguien intenta sabotearnos!
Se está gestando una conspiración en esta oficina,
¡y no descansaré hasta descubrir quién está detrás!”.
Lo que no sabía era que se trataba de una broma inofensiva orquestada por su propio equipo.