Una pareja llegó al ayuntamiento segundos antes de la hora de cierre, y atrapó a un juez cuando estaba a punto de salir, y le pidió matrimonio.
Les preguntó si tenían una licencia y, cuando no la tenían, los envió a buscar una.
Atraparon al secretario del ayuntamiento justo cuando estaba cerrando y le sacaron la licencia.
Cuando volvieron con el juez, señaló que habían escrito los nombres al revés: el de él donde pertenecía el de ella y viceversa.
Se apresuraron a regresar a la oficina del secretario, lo atraparon nuevamente y obtuvieron otra licencia.
Esta vez, el juez notó que el secretario había ingresado la fecha en el formato incorrecto. Nuevamente atrapan al secretario…
Después de cinco licencias reexpedidas, el juez finalmente está satisfecho.
Juez: “Espero que comprenda por qué hice que siguiera regresando.
Si hay irregularidades en la licencia, su matrimonio no sería legal y cualquier hijo que pudiera tener sería bastardo técnico”.
Novio: “Es gracioso, así es como te llamó el empleado”.