Va un madrileño de vacaciones al País Vasco y entra en una farmacia a comprar unas cosas.
Perdone usted -dice el madrileño dirigiéndose al farmacéutico-,
¿ Aquí tienen pastillas para la tos?
Aquí no las llamamos pastillas, aquí se llaman “pastillorras”.
El farmacéutico se dirige al estante y saca una pastilla del tamaño de un bate de béisbol.
-¿ Tienen ustedes jarabe?
No, no, no. Aquí no se llaman jarabes, se llaman “jaraborros”.
Y saca el farmacéutico un frasco de jarabe del tamaño de un barril.
Bueno… Pues iba a pedirle que me diera también unos supositorios…
Pero como que mejor me vuelvo a Madrid a comprármelos.