Javier se dirigía a la casa de Juanito, porque quería pedir prestada una guitarra, cuando llegó a la mitad de la cuadra, pensó…
¿y si no me la presta?… ¿qué hago?…
¡no, mejor sigo! Y cuando avanzó unos cien metros se quedó quieto y pensó…
¿y si me dice que la tiene prestada?…
¡no, mejor sigo!, avanzó otros cien metros, y se detuvo nuevamente, y pensó… ¿y si me dice que tiene las cuerdas rotas?…
¿y si él no está? ¿y si vine a perder el tiempo?…
¿me devuelvo?… ¡no, mejor sigo! Hasta que por fin llegó a la casa de Juanito,
tocó a la puerta, y justamente lo atiende Juanito y Javier le dice
¿ Sabís que más? ¡No me prestís tu estúpida guitarra!