Una pareja de ancianos vuela a Hawai para pasar dos semanas de vacaciones y celebrar su 50 aniversario.
De repente, el capitán anuncia por megafonía: “Señoras y señores, lamento comunicarles una mala noticia.
Nuestros motores no funcionan e intentaremos un aterrizaje de emergencia.
Por suerte,
veo una isla inexplorada debajo de nosotros y deberíamos poder aterrizar en la playa.
Sin embargo,
lo más probable es que nunca nos rescaten y tengamos que vivir en la isla el resto de nuestras vidas”.
Gracias a la pericia de la tripulación, el avión aterriza sano y salvo en la isla.
Una hora más tarde,
el marido se vuelve hacia su mujer y le pregunta: “Cariño, ¿hemos pagado la factura del coche este mes?”.
“No, cariño”, responde ella.
Todavía conmocionado por el aterrizaje forzoso, pregunta: “¿Hemos pagado ya la factura de la tarjeta de crédito?”.
“¡Oh, no! Lo siento. Olvidé enviar el cheque”, dice ella.
“Una última cosa, ¿te acordaste de pagar la factura médica de la visita al hospital del mes pasado?”, pregunta él.
“Oh, perdóname, cariño”, suplica la esposa. “Esa tampoco la envié”.
El marido la agarra y le da el mayor abrazo en 50 años.
Ella se aparta y le pregunta: “¿A qué venía ese abrazo?”.
El marido responde: “¿No lo ves? Los cobradores nos van a encontrar”.